martes, 24 de junio de 2008

MEMORIAS DE UN RITUAL



LOS OTROS QUE NO SOY YO


“ Una mujer es castigada por la impureza de su cuerpo... La condena es fría y nada piadosa... El pecado se lava con sangre... Dos mujeres con fines malignos... Una mujer solitaria y abandonada, necesita ayuda... La mujer se condena con letras en un cuarto de números ... 5...0...1... "

Un flash back por ese recinto que en ocasiones toma vida, y al igual que nosotros se transforma y se convierte en una mansion, un convento, una carcel o lo que en esos momentos era la “casa de reposo Bartolome”, un personaje de vestidos negros, lúgubre, obscuro, donde en su conciencia habitan recuerdos, presencias y por que no tormentos del pasado que se niegan a morir y salir de esa materia que al igual que ellos son un cuerpo frio e inerte, que sólo espera quien llegue a turbar su tranquilidad y despertarla de tan profundo y eterno sueño.

Caminando por la calle cuarta, a un paso tranquilo, sin afanes o quiza tal ves con mucho entusiasmo, pensando en el rito que estaba a punto de iniciar, la extrema jornada de la noche, un publico incesante y ávido de adrenalina, como quien no quiere la cosa y sin embargo atento a no llegar fuera de la hora acordada.

La historia de una mujer llamada Merced Germann, protagonista de afirmar que “Las mujeres que se niegan a la puereza del cuerpo, se niegan a la pureza interior ... jamás podrian casarse vestidas de blanco ... Seria imposible que llevaran en sus manos jazmines de otoño y coronas de lirio de obando...” por esto condenada a caer en un estado catatonico por muchos años; queriendo dejar la vida para vivir la muerte en compañía del cancerbero de las tinieblas...

Me dispongo a llamar a la puerta, en momentos suena el rechinar habitual de aquella cerradura, frente a mi se encuentra uno de tantos personajes, ya con su cara bañada en polvos compactos muy blancos y grandes ojeras, al entrar ya se percibe un ambiente fúnebre, un estado de ánimo cargado de rabias, rencores, hondas tristezas, pero también de alegrías. Cortinas negras por todos lados, expresiones fribolas, un sin fin de emociones para nada falseadas, por el contrario, encarnizadas en aquellas miradas que por el momento lo hacían de manera fija, intentando escarbar en mi conciencia, como fiera al asecho, personajes de almas sedientas de sangre por el efecto de sus fantasías, una situacion que posiblemente deprimiria más a quienes no pertenecieran a tan extraña esfera. Es innegable la depresión en la que se cae cada vez que se entra en el circulo y sin obción de dar media vuelta y marchar atrás, sabiendo que en pocos instantes entraria a ser parte de ellos, de esas fantasias y recrear una vida que no era la mia, porque esto es lo que una circunstancia dada ocasiona en uno; tal vez ese es el efecto que ha dado el efecto mágico a lo que no sólo es una simple obra de teatro, sino lo que catalogan como una experiencia de vida. El cargado olor a Latex impregnado por todas partes, encarnado en las paredes, en las ropas, en nuestras cabezas, un químico fuerte que al respirarlo tan cerca entra por las fosas nasales y parece quemar nuestras entrañas, extasiándonos como una droga que nos transporta al maravilloso mundo de la dramaturgia hecha vida.

Voy en busca del vestuario, una pijama enternecedora de color azul, con sus boleros de encaje, sencillamente espectacular, un atuendo apropiado para una acalorada escena, unas pantuflas rosadas y abollonadas con peluche, muy comodas, mientras tanto, iban llegando uno a uno los demás miembros que aportaban a formar tan densa atmósfera, hasta por fin estar todos los llamados, en ese preciso instante nos perdiamos aun más y las cosas se tornaban extrañas, un padre fanático y una beata recorrían parte de la casa rezando con fervor por las almas en pena, con tal pasion que daban el tono funebre al ambiente, la abuela Miranda; una mujer malvada, esquizofrénica deseosa de la muerte para asi de una vez por todas abandonar sus culpas; paseaba por la casa golpeando a quien se le cruzara, aplicando esperma caliente, con tal disfrute, como quien prueba almibar por primera vez, eso a quien osara perturbar el silencio mortal que invadia cada rincón, recuerdo especialmente a Mercedes la mujer al servicio de aquella familia de locos, quien era la víctima constante del bastón y las cachetadas pérfidas de Miranda. Es inevitable no sentir placer, goce y emoción al ver eso; gotas de lágrimas silenciosas bajando por las mejillas, miradas perdidas en el abismo del desconsuelo, sin la mínima oportunidad de exhalar un leve suspiro.

Para esto hay que estar atento a la dramaturgia que nos mueve en aquel universo dramatico, que no sólo está plasmado en un libreto, sino que cobra vida, despertando el tan llamado Realismo Reforzado bajo el cual trabajamos, enmarcado en la circunstancia dada.

Ya casi era la hora, debia terminar de acicalar mi “bello rostro” para recibir a nuestros queridos invitados, mi frondosa cabellera en ocasiones convertía mi cabeza en un infierno, esa vaina acaloraba tanto que llegaba en algunas ocasiones al delirio extremo de Merced para gritar ese “help me” que estaba escrito con sangre en el abdomen, e invitar a nuestros investigadores a hacer su trabajo, sin embargo, cargar con aquel personaje, del cual estaba enamorado, y al mismo tiempo iniciaba a odiar tanto o más de lo que Merced German maldecia y repugnaba a Miranda por haberla sometido a tanto sufrimiento, de la que eran testigo aquellas cuatro paredes de la tan nombrada habitacion cinco, cero, uno (501), porque además dichas paredes también eran testigo de cada gota de sudor que bullía por mis poros, y traían consigo una de tantas debilidades humanas, el cansancio.

Las luces apagadas, todo el mundo en su lugar, jovenes en la entrada gritando sin motivo, manifestando su nerviosismo por lo desconocido, pero emocionados por entrar, buscando alterar sus estados de ánimo, enfrentándose al miedo a la oscuridad, como uno de tantos miedos que se puedan manifestar en un estado de alteracion; buscando esa alma creada y perdida en aquellas paredes, porque en últimas son ellos quienes le dan vida a tan macabra historia. Permanezco en reposo esperando a quienes en cualcualquier momento llegarian a aniquilar a semejante mounstruo artifice de tantas muertes, poco tiempo después escucho gritos, llanto, y risas nerviosas que se van acercando poco a poco, recorriendo pasillos, atravezando cuartos y saltando ventanas deseperandamente, los escucho, están en el cuarto contiguo, preparo una voz grabe, rasgada y macabra, están ahí ,acompañados de una linterna, me alumbran, me observan con curiosidad sentado en la cama, “alumbrala, alumbrala”, “apuntale a la cara”, doy inicio a la escena dandoles la bienvenida, mientras mi espalda va bajando y queda suspendida con los brazos caidos al igual que la cabeza, con mis piernas rigidas haciendo un esfuerzo el tenaz, acompañándome de un bello poema de San Juan de la Cruz:

“Vivo sin vivir en mi, y de tal manera espero, que muero porque no muero... en mi yo no vivo ya, y sin la oscuridad vivir no puedo, pues sin ella y sin mi quedo... mil muertes se me hará, pues mi misma vida espero, muriendo porque no muero. Esta vida que yo vivo es privación de vivir ... “

Al mismo tiempo en que la parte superior de mi cuerpo se balanceaba, ondulaba, y rebotaba en la cama para nuevamente quedar suspendido como si levitara, y por último caer como materia sin vida, un acto agotador donde realizaba unas cuarenta abdominales por poema dicho, momentos en los que tenía la leve impresión de que el catre en cualquier momento se desbarataria, al mismo tiempo en que el recinto tomaba vida, una escena en la que muchas veces aquellos adolecentes intentaban retroceder ante el estrecho espacio y sin salida, abrumandome con sus gritos, lloriqueos, y ansias de salir huyendo, “marica no aguanto más”, decian entre ellos , “ esto es horrible”, “me quiero salir”, “es inmundo” intentando llamar a “produccion” para auxiliar sus desesperadas ancias de huir. Después de un momento de silencio en el que parecía que todo había terminado, tomaba impulso, levantándome ante sus rostros palidos, el retorno de los gritos en mi cara, en mi interior no podia dejar pasar y debía guardar en un rinconcito de mi conciencia las expresiones de sus rostros, la risa que sus reacciones provocaban en el fondo de mi ser y en esos momentos debian quedar alli sepultadas hasta el momento en que salieran despavoridos de mi vista, para dar rienda suelta a unas carcajadas en susurro que no podia retener más. Todo esto después de dar un respiro a mi cuerpo, porque la escena no terminaba allí, posteriormente a la falsa muerte, los invitaba a seguir a otro cuarto, donde se realizaba un ritual ,donde debia ser ayudado por los jovenes asustados para asi terminar con lo que llamabamos ”el enfrentamiento entre el bien y el mal”, muchas veces una mision exitosa otras fallidas, todo dando vueltas a gran velocidad, perdiendo la nocion del espacio y nuevamente una gran bulla por parte de nuestros visitantes, doy un golpe en el pecho a mi compañero de escena expulsandolo hacia el exterior del lugar, quien interpretaba un sacerdote o algo parecido, quien llevaba acabo su discurso, un momento en el que hay exaltaciones dramáticas, con el calor brotando por mis poros, y añorando que todo se acabe pronto, para mandar a la mierda todo lo que tenia sobre mi cuerpo, es en esos precisos momentos cuando odiaba a todo el mundo, mi cabeza parecía estallar, y debia abstraerme un momento en soledad para recuperarme y no llegar a herir suceptibilidades a causa del cansancio que llegaba poco a poco y al instante con el sudor estancado en la frente y barbilla, sintiendo como se ocurría por mis ojos, bajaba por mis mejillas, cayendo a mi boca y apareciendo en el cuello, hasta resbalar por el pecho, un recuerdo no tan grato que en ultimas si deseo olvidar. En últimas debía dejar todo atrás cuando llegaban los nuevos investigadores de la FIN, y nuevamente la escena debia estar fresca, e identica a la anterior.

Sin duda todo esto es gracias al arduo entrenamiento, no sólo físico, sino mental, al que el actor de teatro vivo debe estar dispuesto, porque la interpretación no es sólo una fachada llena de trapos y color, es alma, vida y pasión. Porque a pesar del la muerte del personaje y la temporada en determinado momento, debemos ser conscientes que dicha muerte viene a recordarnos que no hemos sido, sino un huésped más en el gran universo del actor, y un grato recuerdo para nuestros espectadores.





Por: William Rodríguez
C. T. P